A vueltas con el juez Ferrín Calamita, la LLP le propone para ingresar en la Lista Negra (aquella que incluye a los personajes más nefastos, intolerantes, obsesivos, radicales, terroristas morales y malvados homófobos del planeta tierra).
Este espécimen de humanoide que no llega ni a la categoría de ser humano (para alcanzarla hay que ser humano, como la misma expresión indica), está siendo juzgado por prevaricación al obstaculizar y retrasar la adopción de la hija de una mujer por parte de su esposa. Conocéis, si no me equivoco, el caso.
En el primer día de juicio, como explica El País, el tipo ha dicho que “los hijos de gays son cobayas humanas” (si se trata de si son o no cobayas, los de muchos heteros también lo son. De hecho todos los hijos son una especie de experimento humano porque jamás hay uno igual) y ha reconocido que rechazó hasta en dos ocasiones informes favorables a la adopción para exigir de la Dirección de Familia de Murcia otros que respondieran si no es un derecho del menor "ser insertado en una familia normal [sic], formada por personas de distinto sexo" y si esa adopción no aumentaba las posibilidades de que el menor fuera también homosexual, "imitando el patrón que ha vivido en casa en sus años fundamentales para la formación de su personalidad".
En otro orden de cosas, que El Vaticano haya perdonado a John Lennon cuarenta años después de que el Beatle dijera que los Beatles eran más famosos de Jesucristo, me parece una absoluta estupidez. Claro que entronca con esta nueva visión del mundo de Rouco Varela que ahora dice que hay que saber olvidar. ¿Olvidar qué? El olvido muchas veces puede ocultar cierta dosis de culpabilidad no reconocida. Puestos a olvidar, Rouco, ¿por qué no te olvidas de beatificar a los que murieron por el bando franquista (esos no se olvidan, ¿no?), de los homosexuales y de los apóstatas y nos dejas en paz?
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