5.7.06

Gurb se ha ido

Este maravilloso animal que dejaba sus huellas a la orilla de una de las playas de Empúries en el invernal mes de febrero, se fue ayer, 4 de julio, a las 5:25 de una calurosa y pesada tarde.
Gurb se ha ido. Se durmió con su mirada melancólica de siempre, acaso un poco más cansada, pero nada inquietante. Tenía 11 años, ojos color miel, un pelo mullido de peluche andante y una manera peculiar de mostrarte su afecto: empujándote con su enorme cabeza tratando, tal vez, de averiguar la fuerza de tu cariño ante sus embites de perro dulzón.
Adoraba la nieve, enloquecía si podía saltar entre su blancura y una vez rescató mis gafas de esquiar de un rincón nevado de la Cerdanya, con tal delicadeza, que las marcas de sus colmillos parecen -todavía las tengo, las gafas y las marcas- parecían, digo, huellas de hormigas.
Gurb era un peludo simpático, enorme y osezno que, con su tranquilidad de montaña silenciosa, me conquistó.
Puedo decir que es la única criatura masculina que me ha enamorado de verdad.