5.12.06

Escupir, Volumen II

He de reconocer que estoy anonadada, sorprendida, desmontada, alelada, conmocionada, epatada, mesmerizada, contrariada y en franca crisis de identidad. A mi arrebato anterior contra la manía de escupir he de añadirle la siguiente coletilla: desde el pasado viernes hasta ayer, martes, he sido testigo de cómo dos mujeres, sí mujeres, escupían por la ciudad. Y si la primera que vi lo hizo dentro de una papelera, inclinando ligeramente la cabeza, en un intento por pasar desapercibida, la segunda lo hizo al bajr de un taxi y lanzó su proyectil humectante al carril bici po el que yo iba circulando tan tranquila y confiada en que una señora como aquella no iba a escupir jamás en el asfalto, por demás tremendamente castigado ya, de los pobres y perseguidos-por-el-ayuntamiento-de-barcelona ciclistas.

Así que aquí dejo constancia de que este hábito antihigiénico, desagradable y pegajoso, ha alcanzado ya la esfera de la mujer. ¿Será que cuandoi salimos a la calle, cuando conquistamos espacios públicos nos volvemos como ellos? ¿Escupen las futbolistas? ¿Y las paletas? ¿Y las taxistas? ¿Y las periodistas? ¿Y las marineras? ¿Y las abogadas? ¿Y las profesoras? ¿Y las ebanistas?