11.8.06

Laundromats y regresos



He regresado. Thais y yo, que sigo siendo Mara (aunque me queda poco tiempo, pues la ficción tiene un límite y ese límite es el cansancio y yo estoy cansada de andar por fuera de los libros), hemos estado en Canadá lavándonos el cerebro en laundrys de 1 dólar y medio con secadoras gigantes y revistas gratuitas para mayores de 50 años. También hemos visto el ambiente del país (uno de los pocos en los que las lesbianas pueden casarse, aunque el gobierno conservador de Harper podía acabar con este derecho), la primera temporada de L-Word (maravillosa ficción más cerca de la realidad que la vida misma), un montón de ballenas (en el golfo de San Lorenzo) y petroglifos indígenas, que probablemente explican tantas historias como las que hay encerradas en la biblioteca de mi barrio.
Si Thais me lo permite iré añadiendo algunas fotografías del viaje, especialmente de gasolineras retro que han inundado de fuel y de palabras la imaginación de mi autora.




De momento, un lavado de cerebro para recomenzar el curso.
¿Qué curso?
No sé. El de la vida.