29.9.06

Un juego raro

Vale. Estos muñecos, zarandeados al sol en un precioso césped artificial, no son de la colección de amiguitos de Thais.
Mi creadora los encontró en la ciudad de Kingston, a orillas del lago Ontario, mientras escuchaba en su mp3 "Music from heaven", un musical que transcurre en Canadá, entre los cazadores de ballenas, los pioneros, los fabricantes de cerveza quebequesa y las guerras franco británicas.

Los muñecos en cuestión formaban parte de un juego extraño de niños. Bueno, en realidad, yo no estaba allí, pero he leído el diario de Thais (sé que se va a enfadar si ve esta confesión; cruzad los dedos para que eso no ocurra, porque, en caso contrario, es probable que perdáis mi voz y mis historias).
Vale, la cosa es que los niños debían lanzar una pelota de madera contra los muñecos. Si lograban hacerlos caer y no sólo torcerlos (como el de la foto), tenían derecho a usar una pistola en la siguiente tirada. Si, tras el disparo, la bala daba en la cabeza, ésta estallaba en una lluvia de sangre. Pero... si erraban el primer tiro, el de la pelota, y ésta ni siquiera rozaba al muñeco... los niños desaparecían por unos instantes para regresar convertidos en muñecos preciosos encima de un césped artificial y a la espera de ser golpeados por una pelota de madera.
Terrible, ¿no? Claro que deberíamos saber si la historia es cierta o si pertenece al imaginario de Thais, que en sus diarios, como todas, suele escribir teatro, puro teatro...

1 comentario:

Anónimo dijo...

vols dir que els passava tot això a aquests nens? Això teu és pura poesia!
Satori