Las fiestas navideñas y sus extraordinarios ágapes han pasado y Virginia, recién llegada de su Londres adorado, ha degustado los platos típicos y ha soportado, sin medicación, las eternas sobremesas regadas con licores y espesadas con turrones que ablandaban las palabras y enredaban las lenguas de los conversadores.
Pero, llegados al 26, la escritora se encerró en mi estudio para purificar su mente y su cuerpo y poder reanudar su trabajo literario. Para ese proceso, eligió su libreta negra, que repasó y repasó con ojos críticos para corregir las palabras y expresiones necesarias hasta lograr una visión afilada y perfecta del flujo de la conciencia, y también un bote de Marmite que se ha traído desde Londres.
-La Marmite- dice- es la sustancia que ha impulsado mis emociones a navegar hacia el faro de mis palabras, en compañía de la señora Dalloway, aquella mujer que fue a comprar las flores ella misma, el día en que daba una importante cena.
Por cierto y hablando de faros, en la revista Clara de enero se ha publicado un cuento mío titulado "El faro" (que no "Al faro"). ¿Habrá alguien que se lo lea y me deje escrita, expresada, apresada en este espacio virtual su opinión? Humildemente, Thais.
3 comentarios:
El teu conte transmet emocions molt sinceres i directes. És un conte nu, ras, clar, va directe al cor.No deixa indiferent. Què bé que puguis dir així les coses!
bones festes.
Satori
No lo he leído, podrías subirlo para q todos tuvieramos la oportunidad de leerlo... por lo menos a mi se me hace un poco difícil conseguir la revista Clara.
Hace mucho q leo tu blog...no me había animado a escribirte ... es muy bueno.
Saludos
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