28.11.06

DE POESÍA


Vale. He usurpado el protagonismo a Mara. Es cierto. Pero es inevitable, porque he acabado una nueva novela y Mara parece condenada al destierro de mi estudio en favor de Daniela. De momento, yo tomo el mando de la habitación y organizo los libros, los textos y las fotos a mi manera.
Por cierto, el 19 de noviembre se entregaron los premios Dona més dona en Terrassa. En el adorable Reina Victoria, un bar de antaño, dedicado a la reina por antonomasia, la reina Victoria, que estuvo 64 años calentando el trono del gran imperio británico.
En esa velada, leí algunos de mis últimos poemas, además de una creación de Gerry Gómez Pearlberg, poeta neoyorquina, cuyo poema "Transubstanciación" me atreví a traducir para la ocasión.
En fin, que hoy la cosa va de poesía.

Desde la tragedia
Hablaré por primera vez desde la tragedia.
Abriré las manos y dejaré caer,
en cascada de alas batientes,
todo el dolor apresado entre los dedos.

El duelo cierra el cajón

en el mismo instante en que una moto,
con tubo de escape trucado,
se estrella contra el semáforo
y silencia la madrugada.

Las sirenas se abalanzan con su danza y sus destellos
y agitan las manos abiertas
con restos húmedos,
todavía,

del dolor caído.


3 de noviembre
Todas estas piernas
se agitan bajo brazos de utopías,
que regresan
-abochornados-
del trabajo: viernes de 9 a 15 horas.

En esta convulsa estación resbalan,
entre sombras de vagones,
pequeñas y polvorientas escamas
de lo que jamás fuimos.


Los 40 tienen eso:
una nostalgia muy de asfalto
y alquitrán invisible entre las uñas.

Ah, y los recuerdos.


Transubstanciación
De Gerry Gómez Pearlberg


“Me siento como si fuera una salamandra”,
dijo, y en

el largo vaso de agua
de aquel encuentro sexual,

parecía un tritón rojo,
cubierto por un velo de muselina, con algo
incubándose en sus poros.

Vi cómo nos tocábamos
en aquel reino en transformación
de agua
y cristal, igual que un espejo barato
de Las Vegas
del que emergían
nuestros cuerpos
de la casa de la diversión, sardónicos,
reducidos
granulados
extrakinésicos.

Mientras nos inclinábamos para besarnos
o tensábamos nuestros cuerpos hacia arriba
para abrazarnos
o descendíamos para contenernos

parecíamos
una artemia salina
perros de caza faraónicos
aletas de tiburón
tomahawks
calamares de piel
cariátides
y una bullabesa de mantis religiosa.

No importaba que nos dolieran los músculos
después de aquella noche encarnizada
en el cilindro líquido,
la noche para deshacernos
como se dehace la Historia o una cama,
la noche para ser rehechas
en una docena
de criaturas complejas
y luego
-fricción extenuante-
retornamos
de forma brusca

a nuestros cuerpos originales.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ja tinc ganes de poder llegir el teu segon llibre, després de la gran experiència del primer. Ja només penso en llegir-lo en una cabana de fusta perdut pels boscos de Bon Echo i prenent una Maudite ... que puc demanar més!!!

Gerry Gomez Pearlberg dijo...

It's thrilling to see my poem translated into your beautiful, porous language.