Os quiero presentar a mis amigas y amigos, que viven con Thais y conmigo en un espacio diminuto. Cuando uno de ellos se siente solo, deprimido o ha visto cosas que han inundado su alma de plástico de lágrimas calientes que le han deshecho alguna parte íntima y silenciosa de su cuerpecito, organizan una fiesta para que se anime y se le enfríen las tristezas. Esta foto es de la última fiesta que le dedicaron a Afrodita (la naranja y rosa de la derecha).
Afrodita salió el otro día a pasear por las calles de Barcelona y tuvo que esquivar tantas sombras alicaídas que rebuscaban en los containers y dormían en portales, que volvió cabizbaja, con el cuello roto de tanto peso que llevaba sobre sus espaldas. Entended que todos mis amigos son naïf y no entienden muchas cosas que a nosotros, los de carne y hueso, nos parecen normales. Las imágenes urbanas les causan tal impacto a veces, que ninguno de ellos tiene ganas de fiesta y entonces se encierran en sus compartimentos y, por la noche, Thais tiene que levantarse para pedirles, con suma delicadeza, que giman y lloren más bajito.
En fin, ya os iré presentando uno a uno y una a una a mis amigos de plástico, que, a veces, tienen más terminaciones nerviosas que yo y que tú.
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