Me estoy leyendo “Sputnik, mon amour”, de Murakami, por recomendación de Nuria Rita. Y coincido con su protagonista, Sumari, en lo de considerar a Jack Kerouac una especie de faro vital.
Tengo una excelsa colección de sus libros, en inglés sobre todo, y de ensayos acerca de la generación Beat, con la que casi tod@s nos hemos identificado en algún momento postadolescente y preadulto de nuestras diminutas vidas.
Y de esa admiración por lo beatnik a tener la sensación de que hemos nacido tarde... no hay mucho. Pues es la única forma de consolarnos que nos queda: pensar que cualquier esfuerzo por ser tan originales como los Beat es inútil, porque, como ya están inventados, no nos queda más remedio que ir a remolque. Ni siquiera nos esforzamos por ser originales. El “ya está todo inventado” y el “he nacido tarde”... ¡qué maravillosos y redondos argumentos para la pereza!
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