13.3.06

Jack Kerouac, el niño de Lowell

He conseguido robarle a Thais -o tomarle prestado- un artículo que publicó hace unos años en el diario “Avui”. Es sobre Jack Kerouac, su imaginario y los lugares de su infancia y decadencia, en su pueblo natal y mortal, Lowell, en Massachussets.
Aquí os lo dejo para que lo disfrutéis y por si acaso viajáis hasta ese pueblo de ladrillo rojo. Sólo puedo añadir que me gustaría que la protagonista de “Sputnik, mi amor”, pudiese también leerlo.


Por cierto, las fotos y más información están disponibles en la siguiente web: http://ecommunity.uml.edu/jklowell/jkdtt.html


JACK KEROUAC, EL NIÑO DE LOWELL

La vida de Jack Kerouac, el gurú beat por excelencia y autor de la denominada biblia beatnik “On the road” (En el camino), no siempre estuvo marcada por la carretera. La romántica y explotada imagen del outsider americano, cabalgando al volante de un chevy descapotable, un Pontiac o un Continental, por la cinta negra de la ruta 66, tiene un pasado enraízado en un pueblecito tranquilo en el que se gestaron sus sueños de adolescencia: Lowell, Massachussets, la ciudad que le vio nacer.


-The Jack Kerouac Commemorative-
“Escribo en un estallido, como si fuera un sprint de 18.000 palabras por noche. De manera que en seis noches acabo una novela” (1). Y en 47 años acabó con su vida, toda ella tecleada, escrita e impresa en sus libros. Al morir en 1969, dejó de ser Jack Kerouac para transformarse definitivamente, en una esquizofrenia de nombres, en Jack Duluoz, Sal Paradise o Ray Smith, los nombres que utilizó para ocultar su identidad en sus novelas y las partes complementarias de su propia personalidad, de su propia vida.
“Utilizo papel de teletipo y golpeo las teclas, a un espacio, diciendo: “Voy a explicarte lo que sucedió”, porque todo son historias reales y lo único que hago es cambiar los nombres” (2), dice ahora, sentado en su plaza, The Jack Kerouac Commemorative de Lowell, de la que emergen monolitos de piedra con fragmentos de su obra grabados, y en la que siempre hay tres o cuatro borrachos intercambiando su botella y su vacío y otra vez su botella de cristal verde.

-Río Merrimack-
Pero no es verde este lugar. No. Lowell es rojo, rojo de ladrillo, rojo de ladrillo de las fábricas textiles, rojo de ladrillo de las fábricas textiles de fines del siglo pasado y principios de este que agoniza. El río Merrimack proporcionaba la fuente de energía y los inmigrantes, irlandeses, griegos y canadienses, la trabajaban tratando de hacer realidad el incipiente sueño americano. Leo Kerouac, su padre, creía ciegamente, en un acto de fe, en América, por eso abandonó Quebec en busca de un sueño que nunca se hizo realidad. Su imprenta, Spotlight Print, fue un negocio inestable que acabó ahogado por las aguas del Merrimack en una histórica crecida que tuvo lugar en marzo de 1936. “El río era una serpiente colérica, un inolvidable flujo de ira maligna, con Satán irrumpiendo en mi pueblo natal”, explica el protagonista de “Dr. Sax”, Jack Duluoz. En esa obra, escrita en 1952 mientras estaba en México con William S. Burroughs, Kerouac registró también el día de su nacimiento. “Nací en Centralville y en Pawtucketville vi a Dr. Sax. En Lupine Road, en marzo de 1922, a las 5 de la tarde”. Así se inicia la saga autobiográfica de la leyenda de Duluoz, porque Kerouac convirtió su vida entera en una novela que, sin embargo, no escribió de forma metódica y cronológica. Como si se tratara de un puzzle caótico, Jack escribía sus memorias de la infancia a saltos, como saltos dio su vida hasta caer, tristemente acongojado y dolorido, a causa de una vena que se le reventó -la presión del alcohol, la presión de la fama, la presión de la culpa-, en otoño de 1969. Pero hasta entonces, Lowell siempre estuvo en su mente y en su obra, como cuando aparece mencionada en “Visiones de Cody”, al decir el autor: “Toda esa consciencia de las ciudades como versiones más grandes de Lowell...”.


-Pawtucketville Social Club-


En “Dr. Sax” -un cocktail entre The Shadow y sus propios miedos y fantasías- se dibuja el Lowell de sus primeros años, cuando su obsesión eran los cómics de The Shadow o The Green Hornet, que estimulaban su imaginación hasta convetirse él mismo y sus amigos en Sombras que emergían de las tinieblas, ataviados con capas, que en realidad eran sacos, imitando la sonrisa diabólica de la Sombra para asustar a los transeúntes: “Mwee hee hee ha ha”.
“La sombra fue el nombre que le di a un tipo alto, delgado y con nariz aguileña que se llamaba St. Louis y venía al Pawtucketville Social Club y jugaba a billar...”, recuerda Jack desde una de las páginas de “Sr. Sax”. Y ahí estoy, en el Pawtucketville Social Club: sombras, oscuridad y un letrero en el que se lee “Sólo socios con tarjeta”.
Leo Kerouac dirigió este Club Social entre 1935 y 1936, por las noches. Y Jack, no sólo trabajó un verano colocando bien los bolos de la bolera, sino que también observó a los jugadores de billar, escuchó sus historias, auscultó sus movimientos, aprendió a golpear con el taco y absorbió hasta el último detalle de aquel salón. Jack era un secante, una esponja de 14 años que estaba tomando aire, engullendo como un loco todo lo que se ponía delante de sus narices, antes de salir disparado hacia la carretera, ese enigmático espacio exterior que culminaba en New York.

-La casa de Moody Street-

Antes de que Jack abandonase Lowell en 1939 rumbo a New York, su familia vivió en ocho casas diferentes, entre ellas, en el 736 de Moody Street, actualmente el 118 de University Avenue. Allí, vivía con su hermana Nin, su madre y su padre, que casi siempre estaba fuera de la ciudad en busca de trabajo. Kerouac explica en “Maggie Cassidy” (escrita seis meses más tarde que “Dr. Sax”), que, después de ir a la escuela, se sentaba en la cocina solo y se preparaba sus "galletas Ritz con manteca de cacahuete y leche". Los Kerouac vivían en el cuarto piso de aquella casa y, mientras Jack esperaba que su madre regresase de trabajar en una fábrica de zapatos, tenía tiempo para contemplar su vida, percibir las sombras de la calle, oír extraños ruidos y escribir todo lo que le había ocurrido durante la jornada. Pero antes, por la mañana, cuando aún se encontraba en el estado de semiinconsciencia que deja el sueño, Jack solía anotar sus sueños -dando sus primeros pasos en la llamada prosa espontánea, tan vinculada a su pasión por el jazz y por el be bop-, en un cuaderno que tenía junto a la cama: sueños sobre su escuela de secundaria, la Lowell High School, un edificio de ladrillo pálido, con un gran reloj en su entrada que fue un regalo de la promoción de Jack a la escuela.


-Lowell High School-

“Llegábamos, mezclándonos, cientos de estudiantes, por todas las calles que daban a la escuela, esperando oír el primer toque de campana”, recuerda en la novela “Maggie Cassidy”. Y allí está: en su patio, corriendo, lanzando el cuero hacia algún compañero y convirtiéndose en uno de los mejores jugadores de fútbol de Lowell. Ese éxito deportivo le dio el pasaporte, en forma de beca, para la Columbia University de New York, donde conoció a Ginsberg y Burroughs.
Empezó la Lowell High School en 1936, el año en el que superó los ritos de iniciación de todo adolescente: sus primeras fiestas, sus juergas con G.J. Apostolos, Scotty Beaulieu (el mismo apellido que el nombre de la calle en la que murió su hermano mayor, Gerard) y Sammy Sampas, con cuya hermana, Stella, se casaría el 18 de noviembre de 1966; sus primeros amores con la animadora del equipo de fútbol, Mary Carney, y con Peggy Coffey... “Empecé a afeitarme (...). Era sorprendente, sólo dos meses antes era un niño, un niño que llegaba a su casa después de jugar a fútbol, con mi chaqueta y mi gorra... (...). Simplemente un niño”.


-La Biblioteca municipal de Lowell-
La acústica literaria de la biblioteca pública de Lowell tiene un efecto lupa sobre los recuerdos de Kerouac. Jack solía escaparse una vez a la semana de clase para ir a la Biblioteca y “estudiar por mí mismo y sin prisa cosas tales como viejos libros de ajedrez, con su olor a pensamiento erudito y sus cubiertas antiguas, empujándome a investigar otros viejos libros olorosos como Goethe, Hugo, por encima de todo las Máximas de William Penn, leyendo para demostrarme que estaba leyendo”. Allí se enfrascó en las páginas de papel de cebolla de la Enciclopedia Británica (Ency Brit XI Ed.), y en las de H.G. Wells y los clásicos de Harvard. “Amando los libros y el olor de la vieja biblioteca y siempre leyendo en la parte de la rotonda, donde había un busto de César”, recuerda Kerouac en “Vanity of Duluoz”.
Entre las cuatro paredes de edificio neogótico, con sombras por doquier -de nuevo las sombras-, y formas circulares, Jack sintió la electricidad incandescente de la literatura. El mismo, en “Dr. Sax” agradece la existencia de aquel recinto dedicado a la lectura “por la cantidad de libros que había para ser prestados”.
Allí, también, pueden encontrarse algunos de los artículos que escribió a principios de los 40 para el periódico de Lowell. En uno de sus regresos a Lowell, Jack fue a ver a Tom Costello, el propietario del Lowell Sun para pedirle trabajo de repartidor. Costello le contrató, sí, pero no como repartidor, sino como cronista deportivo ya que en la memoria de todo Lowell estaban presentes las hazañas futbolísticas del joven. “Yo antes era un periodista deportivo para el Lowell Sun, allá en la lóbrega localidad, los franco-canadienses venían como hongos del Canadá a visitar parientes y durante varios días no había otra cosa que risas y paseos en la calle Moody”, relataba en “Visiones de Cody”.


-Iglesia de San Juan Bautista-
“Quiero ser escritor”, le dijo al padre Morissette, de la iglesia de San Juan Bautista (allí se celebró su funeral, en 24 de octubre de 1969). “Quiero ser escritor y todos se ríen de mí”.
“Yo no. Yo no me río”, le respondió el padre antes de sugerirle que solicitara una beca universitaria.
Y es que su educación católica le marcó profundamente (a pesar de sus incursiones en el budismo), hasta el punto de escribir en “Big Sur”, en 1961, que cuando Duluoz (su alter ego en la saga de libros que él mismo llamó “la leyenda de Duluoz”) era un niño tenía la sensación de que todo el mundo se reía de él y de que era la única persona que no conocía “el secreto del mundo”. Pero Jesús no “me miraba de reojo. En este pensamiento se encuentra la raíz de mi fe en Jesús”.
En su obra también aparece mencionada la iglesia católica de Lowell: “Peleándonos y armando jaleo entre nosotros, dando grandes zancadas, pasábamos por delante de la iglesia de San Juan Bautista, los edificios, las gasolineras...”. Ahí le veo ahora, con G.J. y Scotty, pasando por delante de casa de Vinny, siendo un adolescente, aún con la santidad habitando sus gestos, su rostro, una santidad que había heredado de su hermano. Su hermano muerto. Su hermano mayor muerto a los 9 años, de fiebre reumática, cuando él tenía 4: Gerard. “Durante los primeros cuatro años de mi vida, mientras él vivió, yo no fui Ti Jean Duluoz, fui Gerard, el mundo era su rostro, la flor de su cara (...). En verano se sentaba en el jardín mirando pasar las nubes, fantasmas tao que se materializan, viajan y desaparecen, se desmaterializan, en un gran planeta del vacío, como las almas humanas se convierten en personas corpóreas materiales, como tus chimeneas de ladrillo rojo totalmente materiales de las fábricas de Lowell (...)”, escribiría en “Visions of Gerard”, en 1956, recordando el sufrimiento silencioso de su hermano, castigado por el dolor.

-El puente de Moody Street-
Aquel fue su primer contacto con la muerte. Pero la efigie de la guadaña le perseguiría durante su infancia, culminando en el episodio del “hombre de la sandía”: “La luna llena de aquella noche era la luna de la muerte (...). Mi madre y yo íbamos por el puente de Moody Street (...). Un hombre que cargaba con una sandía se cruzó con nosotros, llevaba sombrero y un traje en la cálida noche de verano (...). De repente, el hombre se desplomó y pudimos oír el golpe de la sandía contra las placas de madera al tiempo que lo veíamos caer. (...) Estoy completamente aterrado y siento el impulso de mirar hacia donde él está mirando. Miro hacia abajo con él y allí está la luna, reflejándose sobre las rocas, allí está la inmensa eternidad que hemos estado buscando”, relata en “Dr. Sax”.

-The Grotto-

Otro de los puntos negros de Lowell para el pequeño Ti Jean fue The Grotto, un santuario tétrico, que culmina las doce estaciones de la Cruz, y situado detrás del orfanato francoamericano, en la esquina de Pawtucketville y School Street. Los Padres Oblatos, una orden religiosa de Canadá que llegó a Lowell en 1868 para servir a la creciente comunidad francesa, construyeron la cueva detrás de la casa en 1911. Ese lugar asustaba a Ti Jean y estaba cargado de malos presagios, no en vano fue regresando de ahí cuando tuvo lugar el episodio del hombre de la sandía. Kerouac llamaba a la calle Pawtuckeville la “calle de la muerte”, porque todas las mansiones de los fabricantes del siglo XIX que había en la misma se habían convertido en funerarias. Precisamente allí esta la funeraria Archambault, donde habían amortajado a Gerard y donde, años más tarde, su cuerpo reposaría antes de ser enterrado.
Cuando Gerard vivía, cada domingo por la tarde, lo llevaba hasta allí para explicarle el significado de cada una de las estaciones de la cruz y Jack, al salir de los terrenos del orfanato y huir de aquella esquina, domingo tras domingo, volvía a respirar. Sin embargo su concepto de la religión no respiró tranquilo y, por siempre jamás, el sufrimiento y la angustia estuvieron vinculados a Dios. “Dios me habló desde el crucifijo: Ahora es de día y la buena gente está conversando en la puerta y la luz entra a través de las sombras, hijo mío, te encuentras en un mundo de misterio y de dolor que no es comprensible. Lo sé, ángel mío, es por tu bien, te salvaremos, porque para nosotros tu alma es tan importante como la de los demás. Pero debes sufrir, en efecto, hijo mío, debes morir, morir en dolor, gritando, llorando, desesperado”, escribe en “Maggie Cassidy”. Y unido al concepto de religión, surge en aquella época el de la sexualidad, ya que fue allí, detrás de la pequeña colina de la Cruz, donde descubrió a los chicos de la escuela parroquial jugando con sus “din-dons” (como él mismo se refiere a su sexo en “Visions of Gerard” y en “Dr, Sax”).
En 1939, Jack abandonó Lowell para ir a estudiar a New York. Regresó en contadas ocasiones y nunca, nunca más volvió a ser la réplica beatífica de su hermano Gerard. Las veces que pisó Lowell tras su partida lo hizo convertido en Jack Duluoz, Ray S ith o el mítico Sal Paradise, de “On the road”.
Su último viaje al pueblo que le vio nacer lo realizó en silencio, desde Florida, donde murió el 21 de octubre de 1969.

(1) y (2) Entrevista radiofónica de 1962, que se realizó en Lowell, en el programa “Dialogues in great books”, dirigido y presentado por Charles E. Jarvis y T. Curtis (1). Publicada en “Visions of Kerouac”. Charles E. Jarvis. Ithaca Press. Lowell Massachussets

Bibliografía de citas:
Visions of Gerard. Penguin Books.
Dr. Sax. Paladin.
Maggie Cassidy. Penguin Books.
Visiones de Cody. Grijalbo.
Big Sur. Paladin.
Vanity of Duluoz. Paladin

Bibliografía general:
Jack Kerouac. Gerard Nicosia. Circe Editores
Jack Kerouac. América y la generación Beat. Una biografía. Dennis McNally. Paidós.
Kerouac: Visions of Lowell. John Dorfner. Cooper Street Publications.




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