En la línea de Cuca García Vinuesa, Rouco Varela soltó la caballería mercenaria y poco cristiana en la misa por la familia (eh, en singular, que familia sólo hay una y parece que está a punto de morir, a decir del propio título de la convocatoria, cuando la única familia que está en peligro de muerte es la familia alternativa).
Afortunadamente, en la plaza Colón, el pasado 31 de diciembre, hubo quién no comulgó con las palabras excluyentes de Rouco. Y es que hay sectores de la iglesia que son críticos con los postulados rouquianos y lamentan que “el arzobispo de Madrid y los movimientos apostólicos que le alientan y secundan se disponen de nuevo a celebrar, bajo la apariencia de una ceremonia religiosa, un juicio público y condenatorio” contra quienes “han creado y tratan de sacar adelante lo mejor posible un tipo de familia que en su composición y en su modo de funcionamiento no responde al modelo de un hombre y una mujer casados según las actuales disposiciones canónicas de la Iglesia católica”.
Una nota de optimismo en el océano azul e integrista que nos envuelve.
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