3.7.08

Entendiéndonos para entenderse

Cheril & Monica at the Altar before their family & friends

Me encanta que el New York Times dedique un artículo a un estudio dedicado a averiguar qué constituye un buen matrimonio. Y no lo digo por el estudio. Si no por la meotodología que están utilizando: "Hay cada vez más pruebas de que las parejas del mismo sexo tienen mucho que enseñar a los demás acerca del matrimonio", dicen los responsables del estudio.
Ah, claro, claro. Básicamente vienen a decir que mientras "las mujeres casadas heterosexuales viven con mucha ira por tener que hacer no sólo todo el trabajo de la casa sino también el trabajo que conlleva la propia relación", parece que las parejas del mismo sexo comparten las cargas de una manera mucho más equitativa.
Siempre que leo uno de estos estudios me pregunto: ¿por qué no me lo han preguntado a mí en lugar de gastar tiempo y dinero en una investigacion sociológica?
Está claro que muchos heterosexuales, investigadores, sociólogos y psicólogos, algunos psiquiatras también, y genetistas, siguen empeñados (como sus tatarabuelos profesionales, aquellos psiquiatras deshumanizados del siglo XIX) en analizar, diseccionar, entender (algunos lo llaman tolerar desde su supuesta superioridad) y, en definitiva, someter a los homosexuales a cualquier tipo de estudio (genético, nervioso, glandular, sociológico, matemático...) en busca , no del arca perdida, sino de aquello que nos hace diferentes. Siguen sin entender que ellos no tienen la exclusiva ni del sexo, ni del amor ni de las matemáticas ni de la gastronomía ni de la prácticas del deporte ni de la vida en común.
Y como ese pensamiento les da un poco de miedo (no a todos, claro, pero sí a muchos), intentan dar un sentido a nuestra existencia. Por ejemplo, les servimos para mejorar sus matrimonios heterosexuales mientras se sorprenden de la falsedad de afirmaciones como que las relaciones homosexuales son menos estables y duraderas que las heteros.

Lo dicho, que me llamen y me lo pregunten.

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